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  • Silvina Jozami

QUÉ HACER CUANDO TU HIJO LLORA Y DEJA DE COMPETIR.

¿Tu hijo/a empieza bien sus partidos pero la situación cambia cuando el otro jugador hace algunos puntos? ¿Te sientes impotente cuando ves a tu hijo/a llorar en sus competiciones y no sabes cómo ayudarle?


Escribo este blog pensando en las continuas consultas que recibo de padres afligidos que buscan una solución al problema que ven en sus hijos. Por lo general, estos jugadores no tienen inconvenientes en los entrenamientos donde trabajan duro para hacer las cosas lo mejor que pueden.


Pero, esta aparente confianza ganada en los entrenamientos donde no tienen nada que perder se tambalea y se pierde con facilidad en momentos de la competición en los que el rival empieza a remontar o simplemente le gana algunos puntos seguidos.

La edad de estos jugadores suele rondar entre los 7 años y los 10 años.


¿QUÉ LES PASA A ESTOS JUGADORES?


En realidad, no les pasa nada extraño. Es un niño/a que está en pleno desarrollo, y aunque a nuestros ojos nos parezca que ha evolucionado mucho, su cerebro está completamente inmaduro.

Esto hace que vivan la competición desde una perspectiva diferente a la tuya, que eres un adulto.

Lo que hay que tener en cuenta es que tu hijo/a no puede percibir la competición como tú y, mucho menos puede tener la fortaleza mental de un jugador adulto como Nadal.


¿QUÉ PUEDES HACER COMO PADRE/MADRE FRENTE A ESTA SITUACIÓN?


Como padre/madre puedes hacer mucho por tu hijo/a.


Lo primero es entender lo que está viviendo tu hijo/a. Porque puede que hayas empezado a verlo/a como un niño/a grande porque de alguna manera lo comparas con su etapa de bebé. Pero, aunque hayan crecido y evolucionado mucho la realidad es que no está completamente maduro y que, biológicamente, no está preparado para tener estabilidad emocional.


Llegados a este punto me gustaría que te plantearas estas preguntas:

¿Qué le estás pidiendo a tu hija/o? ¿De qué manera estás esperando que se comporte?


Y quizás te estés diciendo interiormente, pero...los otros jugadores/as no se comportan así. ¿Por qué?

La respuesta tiene muchos matices.

Primero cada persona es diferente y especial a su manera, así que esto puede ser algo que todavía no esté optimizado y que llegará con el tiempo.


Y la razón segunda y más importante te involucra a ti. Como vimos, su sistema nervioso no está preparado para hacer el balance emocional en esos momentos. No tienen esa posibilidad desde su nacimiento. Los padres, mamá y papá, han sido y son los encargados de hacer este balance emocional por el niño/a.


¿QUE PUEDES HACER PARA AYUDAR A QUE TU HIJO/A SE AUTOGESTIONE?


Lo mejor que puedes hacer es comprenderlo/a, validar lo que siente y también sus lágrimas.

Esas lágrimas son energía contenida que proviene de sus emociones. Decirle que no llore es invalidar lo que está sintiendo en esos momentos y de alguna manera tiene que retener toda esa energía dentro (como una bomba esperando para explotar).


Más adelante aprenderá a liberar esa energía de otras maneras, pero, ahora mismo, su llanto es la opción que tiene.


Así que esas emociones que invaden todo su cuerpo durante la competición son normales, con el paso de los años su cerebro irá madurando y podrá hacer frente mejor a sus emociones. Mientras tanto, tu estás actuando como ese sistema regulador emocional que el/ella no tiene biológicamente preparado ahora.


¿Sabiendo esto ahora, ves normal que tu hijo/a necesite liberar sus emociones de la manera en la que lo hace? Y lo más importante: ¿Crees que puedes hacer algo diferente en cuanto a tus reacciones, comentarios, incluso en la forma en que tu misma/o gestionas tus propias emociones?


Cuanto mejor sea tu balance emocional para sostener esos momentos, mejor se sentirá tu hijo/a.


No se trata de dar discursos a tus hijos diciéndoles lo que tienen que hacer, cómo se tienen que sentir, de qué manera tienen que reaccionar frente a sus desafíos. Necesitas enseñarles con tu ejemplo.


Tus hijos están pendientes de todo cuanto haces y dices. Lo llevan haciendo desde que nacieron y de esa manera aprendieron, COPIANDOTE.


Puede ser que, posiblemente, lo que ves en tu hijo/a sea algo que aprendió en casa o en el círculo de adultos que lo cuidan. O sea, puede que hayas contribuido a ello inconscientemente.


Como ves, tienes mucha influencia sobre tu hijo/a, incluso sin siquiera hablar.

Dicen que una acción vale más que mil palabras.


Si tuviera que resumir lo que pienso de este tema diría:


1- RECONOCE A TU HIJO/A como ese niño/a que está en pleno desarrollo biológico. No le pidas más de lo que su biología puede hacer en este momento. Si lo haces, corres el riesgo de que le invada la frustración por no darte lo que le pides.


2- ¿Buscas una mejor gestión emocional en tu hijo/a? Chequea las tuyas propias y las del ambiente en el que se encuentra el niño/a. Recuerda que su gestión emocional depende de cómo los adultos le estén ayudando a balancearse.


3- Ahora puede que veas a tu hijo/a llorar en situaciones donde las emociones lo/a invaden y sobrepasan como en momentos complicados del partido. Pero, hace algunos años estaba llorando por casi todo: si no le daban un juguete, si tenía sueño, si quería llamar la atención. Así que lo que te diría es que TOMES PERSPECTIVA y que veas que tu niño/a está en pleno desarrollo y crecimiento (no es un adulto pequeñito), y que por sobre todas las cosas, NECESITA TU AYUDA PARA BALANCEARSE.


4- La necesidad de obtener lo que quieren en el momento se ha vuelto un problema no solo para los niños. Esta falta de poder esperar para obtener algo está influenciado por la tecnología/redes sociales.

Estaría bien mantener un uso limitado de la tecnología y sobre todo, ejercitar la espera para obtener la gratificación.


Espero que te haya ayudado a comprender mejor lo que está pasando en esos momentos. Si los jugadores son muy pequeños 6 años-8 años, no suelo hacer sesiones mentales con ellos sino con sus padres. Un simple cambio de perspectiva y de comunicación entre padres-hijos puede traer grandes resultados en el comportamiento.


Solo tienes que contactarme y organizamos la sesión.




¡Un placer acompañarte!

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